martes, mayo 03, 2005

La Ortodoxia Económica

Según el vocabulario del presidente Hugo Chávez, la “ortodoxia económica” la conforman todos los argumentos que pudieran ir en contra de su manejo alegre e ignorante de las finanzas públicas o de la consecución del objetivo revolucionario primordial de mantener el poder. La economía, esa ciencia que el presidente considera importante en la medida en que no se oponga a sus designios, no es otra cosa que la ciencia de la distribución de recursos escasos. A ella pudiera aplicarse la ley de conservación de la energía, si no fuera porque entre los recursos escasos -los bienes y servicios que requiere la población y que no pueden crearse de la nada ni desaparecerse, sino transformarse en calidad de vida o en basura- y la demanda de esos productos y servicios -que no debería ser menor que el mínimo indispensable para llevar una vida digna- el hombre inventó un medio para facilitar el intercambio, que es el dinero. La ortodoxia económica, sin comillas, dice que entre el valor de los productos y servicios y el valor del dinero para obtenerlos, debería haber poca diferencia. Y es en la interpretación de lo que se entiende por “poca”, donde la ortodoxia económica empieza a ser incómoda. La cantidad de dinero en manos de la población tiene dos objetivos: adquirir los bienes y servicios y dar la sensación de que se tiene suficiente para adquirirlos. El primero es el uso económico del dinero; el segundo es el uso político del dinero. Cuando el presidente expresa su disconformidad con la ortodoxia económica, está manifestando su oposición a quienes quieren limitar el uso del dinero en manos de la población para ese segundo objetivo, pues es ése el uso que le permite dar la sensación de bonanza que se traduce en votos en las siguientes elecciones, que permitirán afianzar el poder.
El argumento de que los elevados precios del petróleo permiten financiar una real bonanza es falso en el mediano y largo plazo, e incluso en el corto plazo. Ningún trabajador necesita ser un genio de la economía para saber que el aumento del salario mínimo se convierte en sal y agua en menos tiempo del que se requiere para gastar el primer pago de ese salario, y que incluso los precios de los bienes y servicios que requiere aumentarán antes del 1º de mayo para compensar el incremento de costos que producirá el nuevo salario mínimo. Con los precios del petróleo ocurre lo mismo: los bienes y servicios reflejarán en muy corto tiempo los nuevos precios de la energía requerida para producirlos, por lo que el aumento del flujo de dólares que la subida de los precios del petróleo trae, se verá convertido igualmente en salmuera al aumentar los precios de los bienes y servicios que se compran con esos dólares.Pero el ser humano prefiere engañarse a si mismo antes que enfrentar la realidad. Todos los trabajadores que verán aumentado su pago semanal, quincenal o mensual por el ajuste del salario mínimo, sonreirán al tenerlo en sus manos y hasta irán a festejarlo con unos tragos o invitando a la familia al cine o a una feria de comida en un centro comercial, porque es deliciosa la ilusión de tener dinero en la cartera y pensar que no sólo hay como para comprar lo que hace falta sino hasta para darse un lujo, ilusión que desaparece antes del siguiente pago y que se renueva con cada vez menos fuerza en cada pago ulterior, hasta que se acepta la dura realidad de que antes del nuevo salario mínimo, los reales alcanzaban un poquito más. Cuestión de ortodoxia económica.

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