miércoles, septiembre 30, 2015

El calor de El Cercado

Estoy inmovilizado por el calor del mediodía. El roce de la piel con el aire caliente, parece producir ampollas. A los zancudos se les incendian las alas y en su vuelo forman delgados hilos de humo en el aire. Las orugas en las arrugadas hojas de los arbustos se resisten a tejer sus capullos al ver a las mariposas volar con sus alas en fuego. El aire se detiene para dejar escuchar la respiración de las hormigas, paralizadas en los troncos de los árboles, jadeando a la espera de que el piso candente se enfríe un poco. Es el calor de El Cercado, una zona rural en el borde noreste de Barquisimeto. Las recientes invasiones de terrenos en las zonas bajas, más cercanas a la ciudad, han traído consigo incontables tomas ilegales en las tuberías de suministro de agua de la zona, por lo que desde hace un par de meses se interrumpió el servicio, que ya venía presentando fallas de presión por una ventosa rota a la salida del tanque elevado que permitía alimentar al sector. Los habitantes se contentan ahora por el suministro semanal y para algunos quincenal de agua mediante camiones cisternas que suplen unos 500 litros por casa cada vez. Las siembras de ají, de granos y de hortalizas se ven menguadas, cuando no muertas por la falta de riego. Hasta la sábila sufre la sequía y muestra sus hojas delgadas, de las que será imposible sacar un cristal.

Cuando el crepúsculo que asombra cada tarde da paso a la noche, acompaño a mi hermana a una reunión del Consejo Comunal, convocada hace un par de días para tratar el caso del transporte público. Esta noche es de esperar que no habrá apagón: primero fue ocasional, luego semanal, ahora interdiario; antes de 2 horas, luego de 3, y el de ayer de 4. Cuando llego a la reunión, una mujer residente de un sector vecino, conocida defensora de los logros de la revolución, informa que los conductores a los que se asignaron en venta los autobuses chinos para servir a la zona, no pagaron en un año ni una sola de las cuotas para comprar sus respectivas unidades, calculadas en el equivalente a menos de un 10% de sus ingresos mensuales, por lo que el gobierno decidió quitarles las unidades para venderlas a otros conductores interesados. La mujer informa que se crearán nuevas rutas alimentadoras que llevarán a los pasajeros desde sus áreas de residencia –muchas no servidas porque las calles son de tierra –hasta el borde de la ciudad, para abordar unidades de otras líneas hacia todos los rincones de la ciudad. Esas nuevas unidades cobrarán sólo Bs. 10 por pasajero por trayecto. Lo que no dice es que serán Bs. 10 adicionales a los 15 o 20 que cobran las líneas alimentadas, por lo que el gasto en transporte aumentará entre 50 y 67% para los habitantes del sector. Mi hermana interviene para hacer notar ese “detalle” pero es silenciada por la afirmación de la que lleva la batuta de la reunión, de que los conductores de las nuevas unidades contarán con una proveeduría en la que podrán adquirir cuando los necesiten, cauchos, baterías y repuestos (los logros de la revolución siempre son a futuro), por lo que no tendrán excusa para convocar paros de transporte como el que acaban de realizar los conductores del transporte público de la ciudad, “como parte de la guerra económica contra el gobierno”. Esta última afirmación me saca una carcajada inevitable, que corto enseguida al notar que más nadie ríe y que incluso algunos asistentes aplauden. La expositora cambia de tema y pasa a hablar de un parque infantil que la revolución construirá en un terreno del sector. 

Salimos de la reunión y pienso que el silencio de la mayoría se debe a que la gente se hace la tonta, o a que tal vez el calor de El Cercado mantiene a la gente en estado de sopor. La Luna, casi llena, tiene un tinte amarillento. En unos días habrá Luna sangrienta.

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