viernes, enero 20, 2006

Rebelión antigermánica

Me rebelo ante el alemán. Me río de su pretensión de borrar de mi mente los recuerdos, como si de un Don Limpio se tratara. ¿Recuerdan a Don Limpio? “Don Limpio limpia la casa y todó lo que hay en ella…”. Don Limpio era un Lotario michaeljacksonizado… ¿el pionero?. Así me imagino al alemán, con su franela blanca de mangas cortas apretadas en los bíceps, limpiando los cerebros de recuerdos como si éstos fueran sucio que contamina las neuronas, con una esponja tres eme o un cepillo de alambre, frotando y frotando hasta eliminar conexiones, sinapsis, ramificaciones. Al principio ataca cosas sencillas y recientes… claro, el tipo se está metiendo en una selva de neuronas interconectadas que es la propia maraña, la mismísima selva húmeda tropical llena de enredaderas, bejucos, lianas y desde luego, con una esponja o un cepillo es poco lo que puede hacer: pero el tipo es insistente y malasangre y agarra lo primero que encuentra. Entonces uno acaba de cepillarse los dientes, guarda el cepillo y la crema dental, da media vuelta y se pregunta si el sabor a menta que tiene en la boca es por el caramelo que se comió después de almuerzo o si ya se lavó los dientes; total, que termina uno cambiando de cepillo dental cada semana porque la divergencia de las cerdas apenas sirve para masajear la mucosa interna de los cachetes y la lengua. Lo más desagradable es cuando el alemán malintencionado ataca el recuerdo del desodorante: ¿Me lo puse? ¿No me lo puse? Uno se huele las axilas y percibe un perfumito leve que no sabe si es el del jabón y entonces se pone desodorante y a los diez minutos está nuevamente frente al espejo con el seño arrugado haciéndose el mismo par de preguntitas. Total, que termina uno con las axilas superreforzadas como si fuera la armadura de Aquiles, a tal punto que de ahí no sale ni la más minúscula gota de sudor no te digo en veinticuatro horas: ¡En un semana!, si no fuera por la costumbre de bañarse cada tres días… desde que Penzini Fleury dijo que después de cierta edad no hay que bañarse tan frecuentemente porque ni que uno fuera obrero de la construcción o corredor de maratón. Y poquito a poco el germano avanza en su empeño y en el momento en que uno -léase “una” si es de su gusto-, que estaba de lo más emocionado echando un cuento para convencer a una jeva, o a un jevo según sea o no sea, convencerla de la juventud que uno tiene a pesar de la edad, o al presidente o encargado de Recursos Humanos de una empresa donde busca un empleo, de la juventud que uno tiene a pesar de la edad, justo en ese momento el Don Limpio alemán elimina el supuesto sucio que uno estaba utilizando en el cuento y te quedas con la mirada en un horizonte más lejano que el que se ve en la playa, o que se veía cuando había viaducto porque capaz que hasta el horizonte se cayó y el mar se calló porque pa’ pavoso que lo busquen, o no sé si será que en una vida anterior el comandante era chamán de una tribu caribe residenciada en lo que sería unos siglos después el estado Vargas y la tribu lo mandó a freír monos, no tanto porque supiera cocinarlos como por lo difícil de encontrarlos en la playa, porque era más lo que hablaba que lo que curaba y se cansaron de que los reuniera alrededor de la fogata para hablarles por horas y horas y lo botaron, y el tipo se murió de la calentura y reencarnó en lo que es hoy, que alguien me diga qué es, y se vino con todo su resentimiento y sus conocimientos chamánicos a echarle cuatro vainas a los varguenses como si todavía fueran la tribu de caribes aquella, y a lo mejor en la cuenta de él van no más que dos, el deslave y el viaducto, y todavía faltan dos y Dios los agarre confesados.

Pero sea lo que sea, uno se queda mirando el horizonte lejano y entonces la jeva o el presidente o el jefe de Recursos Humanos se quedan viéndolo a uno como diciendo sejuela y chao chama o chao chamba, y como yo no sólo no quiero sino que no me puedo permitir un no más, sea de jeva o de contacto para empleo, le pico adelante al alemán, Alois se llama el tipo pero ya no le digo así porque está bien que se la aplique a otro, o ni tan bien, pero que venga a aplicarme a mí su frotadera intracerebral sinápsicofulminante, ¡qué va!. Así que de ahora en adelante, y espero que tomen nota porque no lo voy a repetir porque no podré, de ahora en adelante el pasado es pasado y no me pidan que recuerde porque me niego: Que si hice o no hice, que si dije o no dije, que si oí o no oí, que si sentí o no sentí, que si hiciste dijiste oíste sentiste o no; que si firmé o no, que si voté o no, que si soy chavista u oligarca o todo lo contrario, que si me despidieron o no, que si me pagaron mis prestaciones o no, que si desde entonces estoy pelando o no; nada de eso será conmigo. Y si se les ocurre presentarme una jeva para ver si por fin siento cabeza, por favor adviértanle antes que conmigo no va lo de preguntarme sobre lo que fue antes de ella porque será como si yo hubiera nacido el día en que la conocí, y que si no le gusta un tipo para el que lo único que hay es el presente y lo que haya de cierto en el futuro cuando venga, porque tampoco lo recuerda, pues que ni lo intente, aunque si lo intenta no tendrá que preocuparse de que yo comente el asunto de su fracaso porque todo quedará entre ella y ella porque yo no recordaré ni pizca; y si me van a recomendar para un empleo le dicen al contacto que se conforme con leer el currículo y que no me pregunte sobre tal o cual trabajo porque ni cara de mirar al horizonte lejano voy a poner sino que voy a contestarle que dónde está mi escritorio y si me van a dar laptop, pero será por contestarle cualquier cosa porque no voy a recordar su respuesta y será mejor que me dé el empleo porque si no me lo da no voy a recordarlo y me presentaré igual al día siguiente preguntando a la recepcionista que cuál es mi escritorio y si me van a dar laptop y que qué vas a hacer ahorita, preciosa recepcionista, porque lo que vas a hacer a la salida del trabajo no lo voy a recordar, y capaz que se va ella para el bar de la esquina a cuenta de hora feliz a pedir como loca tragos dobles contando con que yo voy a encontrarme con ella y a pagar, y yo lejos de ahí en el primer carrito que pasó por mi lado porque ni me acuerdo pa’ dónde voy.

Y aquí termino porque desde ya empieza mi rebelión antigermánica y ya no me acuerdo por qué empecé a escribir ni de quién es esta computadora ni para quién era el mensaje ni por qué es antigermánica mi rebelión porque que yo sepa los alemanes son de lo más simpáticos, sobre todo cuando están de vacaciones y se fajan a beber cerveza como teutones, pero que no me hablen porque lo único que sé de alemán es liebefraumilch y no porque mi mamá haya sido alemana, que yo recuerde, sino porque… porque...

Simón Saturno
Enero 21, 2006

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